Qué en pleno siglo XXI, con los avances impresionantes en materia científica y médica, venga la jerarquía eclesiástica esgrimiendo milagros como prueba de santidad no deja de ser una maniobra más bien burda.
En el imaginario de la Iglesia católica figuran santos de toda clase y condición (San Roque, Santa Gema, San Blas y hasta San Mamés...) muy útiles para toda clase de dolencias y sus vidas quedan tan lejos en el tiempo que no hay posibilidad de cuestionarse sus hagiografías. ¿Para qué entonces esta velocidad beatificadora?
La Iglesia está en su derecho de utilizar todos los medios a su alcance para "enganchar" a unos fieles que se les escapan y para despertar unas vocaciones raquíticas pero que no nos hagan comulgar con ruedas de molino - nunca mejor dicho-.
Los milagros los realizan los médicos a diario mientras que los que se le atribuyen al Papa Wojtyla recuerdan al estilo de Gonzalo de Berceo y los "Milagros de Nuestra Señora".
Publicado en El Día de Toledo el lunes 2 de mayo de 2011.
jajajajajajaja
ResponderEliminarLa imagen me ha matado!
Eso me temía!!
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