A veces uno se pregunta qué pasa por la cabeza de los ministros y del presidente del gobierno ante los datos del paro; los índices de pobreza o las situaciones dramáticas que los ciudadanos de a píe vemos a diario en nuestro entorno más o menos cercano.
El "entorno" es el quid de la cuestión. Una persona que vive rodeada de personal de seguridad desde que se levanta hasta que se acuesta; que viaja en coche oficial sin preocuparse por el precio del combustible; que se aloja en los mejores hoteles rodeado solo de gente de alcurnia; que en la mayoría de los casos su vida laboral se reduce a la actividad política ; que cobra dietas de alojamiento aun teniendo viviendas en Madrid y que a pesar de cobrar una media de 5000 euros mensuales podía comer en el Congreso por menos de 4 euros, difícilmente va a empatizar con desahuciados o parados.
Los políticos españoles viven confinados en su Arcadia particular, en un locus amoenus perenne. Normal que Montoro hable de "subidas alocadas de las pensiones" o que Báñez, con mas de 6 millones de parados, confirme que "la reforma laboral ha cumplido su objetivo".
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