sábado, 10 de enero de 2015

Tengo trabajo, soy pobre



Hasta hace poco cuando uno se topaba con un pobre pidiendo en la puerta de la iglesia o de un supermercado, no era era raro escuchar a alguien musitar: "lo que pasa es que no quieren trabajar".
Hoy en día el concepto de pobre ha cambiado tanto (y para peor) que ahora se puede ser pobre teniendo trabajo. Hemos pasado de familias en las que todos los miembros trabajaban a "afortunadas" familias en las que algún miembro todavía no ha perdido su empleo.
Aquellos "afortunados" que no han perdido su empleo, no lo son tanto ya que han visto reducida su jornada laboral o sus nóminas; trabajan horas extras sin cobrar; no cobran las pagas extraordinarias; cobran menos de lo que establece el convenio; tienen menos horas en su contrato de las que trabajan; los han trasladado como media de presión; cobran la nómina fraccionada o arrastran atrasos en los cobros.
La situación para los que perdieron su trabajo es mucho peor. Debido a la "afición" al fraude en este país, los subsidios de desempleo son muchos menores de lo que se cobra en activo. Primero porque lo dice la ley, pero además por la ingente cantidad de dinero negro que se mueve en este país y que lógicamente no queda reflejada en la nómina por lo que no computa para el cálculo de la prestación.
Hoy, en 2015, todavía hay mas paro que cuando Rajoy accedió al Gobierno en 2011, pero menos que en el primer trimestre de 2013 cuando se alcanzaron los 6,2 millones de parados. Es decir, que se ha creado empleo... y sin embargo no es una buena noticia.
Una persona que trabaja un día a la semana, tres horas al día, los fines de semana, o en la temporada de aceituna... no está en el paro, pero desde luego no considera que tenga un trabajo. Así, a pesar de bajar el número de parados, aumenta el número de desahucios; los cortes de servicios básicos o los negocios que se cierran.


Publicado en dclm.es el miércoles 7 de enero de 2015.
Publicado en El Día de Toledoel miércoles 7 de enero de 2015.

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