En los años de bonanza económica ligada a la construcción asistimos a un aumento hasta límites insospechados el número de autónomos. Este crecimiento se debió al auge de la subcontratación por la que las grandes empresas buscan abaratar costes prescindiendo de trabajadores propios con el ahorro consiguiente en seguros sociales, y a la facilidad de los autónomos para ocultar a Hacienda los beneficios que proporcionaba el ladrillo ya que según algunos estudios permite ocultar entre el 25% y el 3'0% de la renta.
El negocio que creíamos que era seguro se fue ralentizando primero (solo sostenido por la obra pública) y terminó por "explotar" llevándose por delante constructoras, inmobiliarias, cajas de ahorro... y por supuesto a los autónomos.
Unos años de dura crisis después, y ante la nula creación de empleo, nos empiezan a hablar de "emprendedores", de perseguir nuestro sueño, de ser nuestro propio jefe, de aprovechar la coyuntura para sacar lo mejor de nosotros mismos... todo eso mientras el número de autónomos cae sin parar y el cierre de empresas no se ralentiza.
Cuando hablan de emprender lo que realmente quieren decir es que te hagas autónomo, que montes tu negocio (sin financiación, por supuesto), que aligeres los datos del paro y que si cierras (como suele pasar en la mayoría de los casos) no tendrás derecho a subsidio de desempleo. Un chollo.
Los medios de comunicación nos muestran a los grandes emprendedores que han triunfado con ideas ligadas principalmente a las nuevas tecnologías, pero basta con darse una vuelta por cualquier ciudad para ver la nueva "burbuja" que viene: fruterías.
No lo llamen "emprendedor" cuando quieren decir "autónomo"
Publicado en dclm.es el viernes 13 de septiembre de 2013.
Publicado en Estrella Digital el viernes 13 de septiembre de 2013.
Publicado en 20minutos el viernes 13 de septiembre de 2013.